¿Como los humanos nos condicionamos? y el síndrome de Salomón.
Msc Edwin Castillo Lepe
“La conformidad es el proceso por medio del
cual
los miembros de un grupo social cambian
sus pensamientos, decisiones y comportamientos
para encajar con la opinión de la mayoría”
SALOMON ASCH
Salomon Asch reconocido
psicolologo Norte Americano, realizo un
experimento que nos demuestra como
una minoría puesta de acuerdo puede con
facilidad influir en las decisiones de una mayoría, que no es capaz de tomar
sus propias decisiones y mantenerlas, debido a la presión externa de mantener “verdades”
que son sociablemente aceptadas.
En este mismo sentido en la
actualidad siguen jugando un papel importante los medios de comunicación, la educación,
la filosofía y la religión, etc; nos
proporcionan los condicionamientos para homogenizar
el pensamiento del ser humano. Y
cualquiera que se salga de ese estándar es marginado y tachado de hereje, loco
y demás epítetos, para juzgarlo y descalificarlo.
En el experimento que realizo en
1951 el reconocido psicólogo estadounidense Salomon Asch en el cual “el fue a un instituto para realizar una prueba de
visión. Al menos eso es lo que les dijo
a los 123 jóvenes voluntarios que
participaron –sin saberlo- en un experimento sobre la conducta humana en
un entorno social. El experimento era
muy simple. En una clase de un instituto
se junto a un grupo de siete alumnos, los cuales estaban compinchados (de
acuerdo) con Asch. Mientras, un octavo
estudiante entraba en la sala creyendo que el resto de chavales participaban en
la misma prueba de visión que él.
Haciéndose pasar por oftalmólogo (oculista),
Asch les mostraba tres líneas verticales de diferentes longitudes, dibujadas
junto a una cuarta línea. De izquierda a
derecha, la primera y la cuarta medían exactamente lo mismo. Entonces Asch les pedía que dijesen en voz
alta cual de entre las tres líneas verticales eran igual a la otra dibujada
justo al lado. Y lo organizaba de tal
manera que el alumno que hacía de cobaya
(conejillo de indias) del experimento siempre respondiera en último lugar,
habiendo escuchado la opinión del resto de compañeros.
La respuesta era tan obvia y
sencilla que apenas había lugar `para el error.
Sin embargo, los siete estudiantes compinchados con Asch respondían uno
a uno la misma respuesta incorrecta.
Para disimular un poco se ponían de acuerdo para que uno o dos diera
otra contestación, también errónea.
Este ejercicio se repitió 18 veces para uno de los 123 voluntarios que
participaron en el experimento. A todos
ellos se les hizo comparar las mismas cuatro líneas verticales, puestas en
distinto orden.
Cabe señalar que solo un 25% de
los participantes mantuvo su criterio todas las veces que les preguntaron; el
resto dejo influir y arrastrar al menos en una ocasión por la visión de los demás.
Tanto es asì, que los alumnos cobayas respondieron incorrectamente más de un
tercio de las veces para no ir en contra de la mayoría. Una vez finalizado el experimento los 123
alumnos voluntarios reconocieron que, distinguían perfectamente que linea era la correcta, pero que no lo habían dicho en voz alta por miedo a equivocarse, al ridículo o a ser el elemento discordante del grupo .”[1]
Como se aprecia en la descripción precedente
en muchas ocasiones el ser humano es vulnerable a condicionamientos, que por
temor a revelarse ante ellos, los mantiene y los reproduce y en algunas ocasiones
los acepta a conveniencia.
Importante tema
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